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En mi peregrinaje, deseo continuar estudiando y actuando en busca de la santidad necesaria para alcanzar el Cielo (“Estad también vosotros preparados, porque cuando menos lo penséis, vendrá el Hijo del hombre.” Lc 12:40). Deseo conocer todo lo más que pueda sobre mi Señor y por encima de todo, llegar a tener la capacidad de hacer Su voluntad tal como Él realmente quiere que sea y no como yo interprete cuál es según mi propio entender de las cosas. Deseo ir saciando esa fe pero no extinguirla, hasta la hora de mi encuentro con El .
Ciertamente, sigo usando mi libre albedrío y voluntad para fijar metas y hacer planes en mi vida. Pero con la diferencia de que ya no más me hace falta quedar trabado en la búsqueda de una “perfección logística” porque por experiencia aprendí que la de Él es la perfecta. Así que simplemente hago lo que debo hacer y me entrego totalmente a Él. Su “logística” es perfecta. Su omnipotente mano me ha frenado en todo aquello que mi ignorancia no tuvo la capacidad de prever y evitar y me ha guiado hacia lo que ha resultado ser lo mejor para mí. ¡Como Le soy agradecido por eso!
Todavía no tengo muy claro hacia “donde” voy pero pienso hacerlo siempre usando esa práctica del Deo duce, que en gran medida ha constituido la historia de mi propia vida.
Hace muchos años que he sentido el llamado para el diaconado. En un encuentro de las Pastorales Carcelarias en 2009 el presidente de la asociacion mundial del cual nuestro ministerio hace parte -
Esto es adonde quiero ir, pero la última palabra la tiene Dios.